Día del campo

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Marta Ayllón

7 Mar, 2019

Marzo nos anuncia la llegada de la primavera, y con ella se inicia la temporada fuerte de efemérides ambientales. Hoy 7 de marzo se celebra el día del campo. Esta efeméride se celebró por primera vez en Argentina, uniéndose después más países. El campo era la forma básica de ganarse la vida hace muchos años, en la actualidad un gran porcentaje trabaja en el sector servicios, quedando el sector primario seriamente mermado.

Quizá por ese pasado que tenemos anclado a la tierra es por lo que nos gusta recuperar de vez en cuando nuestros lazos rurales, para disfrutar del silencio y la tranquilidad que se respira en la naturaleza. La revolución industrial supuso un éxodo rural, migrando una gran parte de la población a las grandes urbes. Esto produjo un abandono de los pueblos, muchos solo vieron disminuida su población, otros se convirtieron en auténticos pueblos fantasma. En los últimos años un sector de la población está realizando un movimiento migratorio a la inversa, huyen de las ciudades para irse a vivir a pequeños núcleos rurales, es el conocido como neoruralismo.

Un neururalismo que este año 2021 está muy patente, la crisis de la Covid-19 ha supuesto que muchas personas se reconsideren si vivir en una gran ciudad es una buena opción debido a la masificación de las grandes ciudades y la propagación de virus, etc.

Con este día se pretende poner de manifiesto la importancia del medio rural para el bienestar social, ambiental y económico. Y es que desde que la gran mayoría de la población emigró a las ciudades, la calidad de vida en estas ha disminuido, debido a la inhalación de humo, mala calidad del agua, y contaminación en general.

Otro factor importante está basado en la importancia que tiene la agricultura y ganadería en la economía, si un amplio sector de la población no se dedica al cultivo y crianza de los alimentos que integran la base de la cadena alimenticia llegará un momento en el que no haya forma de alimentar a la población mundial.

Cuando hablamos de campo seguro que se nos viene a la mente un inmenso prado. Pero campo también engloba las áreas rurales. Tradicionalmente, lo rural siempre se había asimilado a lo agrario, al campo y como un espacio contrapuesto a lo urbano. Sin embargo, ya hace muchas décadas que en los países más avanzados la separación entre  campo y ciudad se ha ido difuminando, especialmente en los márgenes de las grandes áreas metropolitanas y en ciertas áreas de montaña que tienen funcionalidad recreativa o de residencia secundaria. Tradicionalmente se asociaba lo rural a la actividad agraria, en la actualidad hay espacios rurales cuya actividad no es, ni estricta ni mayoritariamente agraria. La morfología rural se ha podido mantener, pero la función tradiconal ha mutado a otras actividades terciarias o industriales.

La evolución del fenómeno urbano y los cambios económicos en las estructuras territoriales de los países occidentales han posibilitado romper el binomio de rural=agrario. Esto no quiere decir que ha desaparecido la actividad agraria y su mosaico paisajístico y, que por lo tanto, no existan paisajes rurales asociados a la actividad agraria. Los cambios territoriales-fundacionales han dado lugar a la aparición de un nuevo espacio rural ligado a actividades secundarias y terciarias, lo que ha introducido nuevos retos metodológicos y de investigación y una transformación de los paisajes rurales afectados por estos procesos, pero no por ello, han dejado de ser rurales.

Dentro de paisajes rurales se puede diferenciar entre los espacios naturales y los urbanos. La tipología se puede estructurar en tres grupos:

-El primero se corresponde con áreas con potencial de desarrollo basado en sus recursos endógenos (naturales, paisaje, industria local, turísticos…) Las comarcas montañosas pirenaicas pueden servir de ejemplo.

-Áreas rurales inmersas en un proceso de declive y despoblamiento con expectativas de desarrollo limitadas como pueden ser las zonas del área montañosa cantábrica.

-Áreas rurales afectadas por procesos de expansión de las áreas metropolitanas. Están sometidas a movimientos de inmigración de población activa metropolitana y desarrollo industrial exógeno.

Una forma de incentivar el potencial de las áreas rural es a través de estrategias de planificación rural, estas son denominadas Estrategias de Desarrollo Rural Integrado. Estas consisten en crear una serie de condiciones previas que permitan diversificar la economía rural y extender los benéficos al conjunto de la población. La estrategia de Desarrollo Rural Integrado pasa por reconvertir el sector agrario tradicional en otro de mayor valor añadido, e incluso, ligarlo al sector industrial y de servicios. Los mecanismos para conseguir lo anterior son múltiples pero, entre otros, se pueden citar los siguientes:

-Añadir a los productos agrarios un incremento de calidad

-Desarrollo de una industria rural basándose en las características de la mano de obra rural (cualificación artesana, especialización, coste)

-Estrategias basadas en líneas de actuación ligadas al ecodesarrollo (turismo rural, turismo cultural).

La realización de estas actividades tienen unas importantes consecuencias en el desarrollo rural como es el incremento de la renta económica, transformación y renovación del caserío y de la infraestructura, mayor presión ambiental, que debe ser prevenida y corregida.

Por todo esto no debemos olvidarnos de nuestras áreas rurales y de su importancia en amplios sectores.

Medio rural de la ciudad de Cabra

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