Hoy 13 de diciembre se celebra Santa Otilia, patrona de los ópticos optometristas. Santa Otilia es una santa poco conocida, sobre todo en la parte sur de Europa. Así que ya sabéis un poco más, hoy todos los ópticos optometristas tenemos una escusa para celebrar algo y tomarnos una copita a la salud de la Santa.
Santa Otilia, patrona de los ópticos optometristas
Tres son las santas que se relacionan con la visión: Santa Lucía, la más conocida y patrona de los oftalmólogos, Santa Clara y Santa Otilia.
La más conocida en nuestro entorno es Santa Lucía, hija de Siracusa (Sicilia), martirizada en torno al año 304 d.C y venerada en los países latinos.
Vida y obra de Santa Otilia
Sin embargo, en la región de Alsacia y en Alemania es la figura de Santa Otilia, la venerada como patrona de los enfermos de la vista. Otilia fue la hija primogénita del duque Adalrico (señor de Alsacia) y de su esposa Beresbinda, emparentada con San Léger. Deseoso de un hijo varón, el duque ordenó que la matasen al enterarse de que era una niña, y que además había nacido ciega. Para salvarla de la muerte, la madre la entregó a una sirvienta. Quien un año después la conduciría al convento de Palma (posiblemente el convento de Baume-les-Dames cerca de Besançon) para que la criasen las monjas.
Unos años más tarde, el obispo Erhard de Regensburg tuvo una visión en la que Dios le indicaba que debía ir a dicho convento para bautizar a una niña, que vivía con las hermanas. Al tocar con el santo óleo los ojos de la niña, esta recuperó la visión, y el obispo le dio el nombre de Otilia, que significa «hija de la luz».
Mientras tanto había nacido el segundo hijo de Adalrico, varón en esta ocasión para gran contento del duque. Al alcanzar la juventud, y enterado de la existencia de Otilia, su hermano Hugo la llevó de vuelta a casa. Lo que le costó la muerte a manos de su padre en un arrebato de violencia. Otilia fue acomodada entre la servidumbre y poco a poco la fama de su bondad se extendió por el castillo. Con el tiempo, Adalrico suavizó su relación con ella, y permitió que viviese en la zona noble del castillo con el resto de la familia.
Al llegar a la juventud, su padre decidió prometerla en matrimonio, pero Otilia, que había hecho votos en secreto, escapó, refugiándose en un monte de la Selva Negra, próximo a Friburgo de Brisgobia. Allí construyó con sus propias manos un pequeño altar, para sus oraciones, del que brotó un manantial. La fama de Otilia se extendió por la zona, siendo cada vez mayor el número de enfermos que peregrinaban en busca de sanación, ya que se decía que las aguas del manantial curaban las enfermedades de los ojos.
Al crecer su fama, su existencia terminó por llegar a oídos de su padre el duque, y este ordenó a sus soldados que la condujesen ante su presencia. Cuando la tuvo ante sí, Adalrico se convenció finalmente de su santidad, le regaló el castillo de Hohenburg para que Otilia lo transformase en un convento, del que sería abadesa (la primera mujer que dirige un convento de la orden benedictina), y que llegará a contar con 130 religiosas.
La difusión de las curaciones milagrosas de Santa Otilia hizo que muchos enfermos peregrinasen hasta su monasterio. El difícil acceso a éste, obligó a la Santa a fundar un hospital en la base de la montaña. Hacia el año 700 fundó al lado de este hospital un nuevo monasterio, llamado Niedermunster, que rivalizaría con el de Hohenburg, llegando a inventarse un falso testamento de la santa en la lucha por la primacía.
El 13 de diciembre del año 720 murió en la iglesia de San Juan Bautista, que ella misma había construido en Hohenburg. Su cuerpo se conserva en este templo, que con el tiempo se convirtió en un lugar de peregrinación para toda la región de Alsacia, y su festividad se celebra el 13 de diciembre, el mismo día, pues que la de Santa Lucía.